por Vito Amalfitano
BELO HORIZONTE, Brasil.- Hoy el fútbol argentino está como en 1974. Con una Selección que se da técnicos por dos o tres meses, sin cabeza institucional, con jugadores que se cansan de venir a sufrir frustraciones y con otros que quisieran estar pero parecen proscriptos.
Al frente del fútbol argentino hay una Comisión “DESnormalizadora”, a partir de un golpe institucional que se dio en una AFA que ya estaba mal administrada pero a la que le impidieron elegir sus autoridades como estaba previsto por estatuto el 30 de junio pasado. Se metió el gobierno, lo hizo mal; se metió la IGJ, con el “padrinazgo” de Daniel Angelici, y el resultado es este desmadre. Ese golpe, esos cambios, esas intrigas palaciegas de los que deberían ocuparse de otras cosas y cuando se ocupan también lo hacen mal, llevaron a que se corte abruptamente el trabajo de un entrenador que sí tenía un proyecto y con quien sí, al menos, se sabía a que jugaba la Selección, Gerardo Martino.
“El Tata” estaba armando el plantel para los Juegos Olímpicos, y, ¿cuando no?, con Angelici a la cabeza, los clubes empezaron a negarle los jugadores. Como pasaba en el 74 y en otros tiempos tristes del fútbol argentino. El resultado fue el hartazgo de Martino, a a esta altura con la sensación de que fue provocado a sabiendas. Es cierto que se habían perdido dos finales, con Chile, en dos Copa América consecutivas, aunque por penales. Pero también es real que con Martino de técnico la Selección estaba primera en las eliminatorias y hoy está sexta. Y, más allá de los números, había una idea de juego, un rumbo. Con Martino el enlace para darle fútbol al equipo era Ever Banega. Y para que Messi no tuviera que tener siempre todas las responsabilidades de la generación de juego.
Banega fue el mejor jugador de la etapa pasada. De repente, con Edgardo Bauza como entrenador, dejó de ser titular. No perdió precisamente el puesto en la cancha. Sino en la cabeza de un técnico conservador que puso un equipo ídem en Belo Horizonte y que después, cuando quedó 0-1 abajo, no tuvo Plan B para tratar de revertir la historia ante Brasil.
A Martino le cortaron el proyecto y le desmantelaron el equipo para los Juegos Olímpicos. Argentina llegó a Río 2016 con una desorganización propia de los tiempos del 74. Nos volvimos en primera ronda.
Brasil hizo el camino inverso. Después de la mayor afrenta de su historia, del 1-7 en esta misma ciudad, y de un período más largo de confusión con Dunga, llegó el tiempo de volver a las fuentes, de armar un plantel nuevo, y los Juegos Olímpicos fueron el punto de partida, dónde se recuperó la autoestima y se formó a dos o tres futbolistas jóvenes que son aviones que despegan para Neymar. Cuando Argentina estaba primero en las eliminatorias, Brasil estaba afuera de Rusia, hoy es al revés. Para Messi no despega nadie, tampoco lo abastecen ni lo ayuda el funcionamiento, él tampoco aparece para ponerse el equipo al hombro en los partidos clave.
Es cierto que los puntos que separan a uno de otro son pocos, pero también es real que en el juego y en el proyecto hay un abismo y que solo quedan para Argentina 21 unidades por disputar y que los tres partidos de visitante son con Bolivia y Ecuador en la altura y con Uruguay.
Independientemente de lo que ocurra en San Juan el martes con Colombia se requiere urgente un nuevo tiempo fundacional. Estamos como en el 74. Vayan y golpéenle la puerta urgente a Menotti, que él inicie un proyecto, tome las decisiones y se termine la confusión. El lo hizo una vez, él sabrá cuál es la gente más idónea para volver a empezar.